MARIA ACOMPAÑA A LOS CRISTIANOS EN EL CAMINO HACIA JESÚS.
OBJETIVO:
Que encuentre en María una madre a la que pueda acudir con confianza y un modelo de seguimiento a Jesucristo Eucaristía.
Ambientación
Iniciar con una procesión y la mayoría de las luces apagadas en el lugar de la reunión. En la procesión se llevara una imagen de la Virgen Milagrosa, que se colocara en lugar visible, y una vez que todos hayan llegado, encender las luces. (Este momento se puede hacer festivo por la presencia de María, acompañándolo de globos o serpentinas, aplausos, etc.)
Enseguida se sugiere poner en canto "Mi bella dama", de Martín Valverde y terminar el momento con oración del Ángelus.
Oración:
El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve María...
He aquí la esclava del Señor
Hágase en mi según tu palabra.
Dios te salve María...
Y el Verbo se hizo hombre
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María...
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Motivación:
Desde hace dos mil años, la Iglesia es la cuna en la que María coloca a Jesús y lo entrega a la adoración y contemplación de todos los pueblos. Que por la humildad de la Esposa brille todavía más la gloria y la fuerza de la Eucaristía, que ella celebra y conserva en su seno. En el signo del Pan y el Vino consagrados, Jesucristo resucitado y glorificado, la Luz de las gentes, manifiesta la continuidad de su encarnación. Permanece vivo y verdadero en medio de nosotros para alimentar a los adolescentes con su Cuerpo y con su Sangre.
La alegría jubilar no sería completa si la mirada no se dirigiese a aquella que, obedeciendo totalmente al Padre, engendro para nosotros en la carne al Hijo de Dios. En Belén a María "se le cumplieron los días del alumbramiento", llena del Espíritu Santo dio a Luz al Primogénito de la nueva creación. Llamada a ser Madre de Dios, María vivió plenamente su maternidad desde el día de la concepción virginal, culminándola en el Calvario a los pies de la Cruz. Allí, por don admirable de Cristo, se convirtió también en Madre de la Iglesia, indicando a todos el camino que conduce al Hijo.
Mujer del silencio y de la escucha, dócil en las manos del Padre, la Virgen María es invocada por las generaciones como "dichosa", porque supo reconocer las maravillas que el Espíritu Santo realizo en ella. Nunca se cansaran los pueblos de invocar a la madre milagrosa, bajo cuya protección encontraran siempre refugio. Que interceda con especial intensidad a favor del pueblo cristiano en especial a JMV, que se ha mostrado ante Catalina Laboure para que como jóvenes seamos participe a los grandes designios del Padre junto con la familia Vicentina con la iglesia.
Iluminación.
El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamara Hijo de Dios" (Lc 1,35).
María estuvo desde el comienzo junto a Jesús, el Hijo de Dios se hizo hombre por obra del Espíritu Santo. Ella lo presentó al mundo cuando nació en el pesebre de Belén. Ella lo llevo al templo para consagrarlo al Señor y recibió las enigmáticas palabras del anciano Simeón: "una espada te atravesara el alma". Ella lo llevo consigo cuando peregrinaron a Jerusalén para cumplir las normas religiosas de su pueblo y lo busco entre la gente cuando se había quedado en la ciudad. Ella acompaño su etapa de crecimiento en Nazaret y fue "guardando todas las cosas en su corazón". Ella lo impulso a realizar el primer signo milagroso de Caná, ordenando a los sirvientes "hagan lo que él les diga." Ella lo acompaño discretamente durante su vida pública lo siguió de cerca en el camino del Calvario y estuvo junto a él, al pie de la cruz, hasta el final.
Poco antes de morir, Jesús la entregó como madre a su joven discípulo Juan (Jn 19, 26-27). Por ese gesto supremo de generosidad, María se convirtió en madre de todos los hombres. Cuando los discípulos se reunieron en oración para esperar la llegada del Espíritu, estuvo en medio de ellos acompañando el nacimiento de la joven Iglesia de Jerusalén. De la misma manera, ha seguido haciendo posible a lo largo de los siglos, el nacimiento de innumerables comunidades como la asociación de la Medalla milagrosa, Juventudes Marianas Vicentinas como seguidores de su hijo Jesús.
La presencia de María entre las multitudes creyentes es una constante de América Latina. El pueblo la reconoce como madre de Jesús y madre de todos los jóvenes. Ella es la presencia maternal de Dios, la madre cercana que escucha y sostiene momentos de dificultades. Madre de los pobres, anima y conforta el caminar del pueblo sufriente hacia la liberación.
María es ejemplo de amor y amistad entre los adolescentes, cuando visita a su prima Isabel; es ejemplo de humildad y sencillez cuando alaba a Dios por haberse fijado en su humilde condición; es ejemplo de sensibilidad social y preocupación por los pobres cuando canta su alegría porque Dios actúa con justicia, "arruinando a los soberbios, sacando a los poderosos de sus tronos y despidiendo a los recios con las manos vacías". Su canto de Alabanza, el "Magnificat" refleja su alma, preludia el anuncio de las Bienaventuranzas y expresa el punto culminante de la espiritualidad de los pobres de Yahvé.
María sigue mostrando hoy su ternura de madre. Los ayuda a conocer y asegura a su hijo Jesús, los acompaña en sus procesos de crecimiento en la fe, intercede por los que están lejos o lo buscan sin encontrarlo y abre caminos de esperanza para los excluidos y para los que no tienen voz. Con su ejemplo propone un proyecto de vida para adolescentes y los invita a decir "si" a Jesús y a ponerse en disponibilidad total para el servicio del Reino.
Celebración:
Hacer un camino de estampitas con la Virgen María hasta la imagen de un Cristo, como signo de que María nos llama al encuentro con Jesús. Se puede terminar con la siguiente oración:
Oh Dios, Padre Bueno, que en María, Primogénito de la redención nos has dado una madre de inmersa ternura, abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu y haz que a imitación de la Virgen sepa alabarte, por las maravillas realizadas en Cristo tu hijo. El que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amen.